Dunga, quien en su tiempo fue jugador tosco útil, se ha propuesto convertir
a Brasil en una selección vulgar. Afortunadamente no lo conseguirá, porque
en el ADN del futbolista brasileiro hay un gen especialmente rebelde ante
las disciplinas tácticas contra natura. A Maicon se le declaró súbitamente
en el minuto 55 y sacó del bostezo al planeta con un zapatazo/gol propio de
un súper clase, en paralelo con la línea de fondo y directo a la red del
palo contrario. Rompió el partido y noqueó a Corea del Norte, que por
momentos se sintió gallito.
No es nuevo que esta Penta de Dunga aburra al personal. En la fase de
clasificación ya dio pistas de la extinción del jogo bonito, sustituido por
el toque plano, horizontal y parsimonioso de Gilberto Silva y Felipe Melo,
columnas innegociables del seleccionador. Y si a estos dos apolillados
jugadores le unimos la confirmada baja forma de Kaká, no cabe otra cosa que
cierta vulgaridad global de la canarinha.
Por fortuna para el espectáculo, el cromosoma también se le revolvió ayer a
Robinho, menos perezoso que nunca, para firmarse un buen repertorio de
driblings y caracoleos, próximos a lo que todos recordábamos de otras épocas
de gloria de Brasil. No era mucho, pero con esas gotitas y la potencia
inconmensurable de Maicon, bastó para bajarle los humos a una Corea del
Norte tan peleona, militarizada y kamikaze como dictaba el guión.
Gris.
Al partido le sobró casi una hora de juego. Y a Kaká le sobraron los 79
minutos que jugó. Al crack del Madrid no se le vio. O peor, sí se le vio,
exactamente igual de corto de velocidad y frescura que en el equipo blanco.
Ni siquiera ante Corea del Norte le alcanzó su clase para arrancar un
aplauso. Muy gris. O mejora o Mourinho tiene un problema.
De la primera parte no quedó nada en la memoria del Mundial. Si acaso,
démosle su mérito a la combatividad suicida del 'Rooney de Asia', Tae Se
Jong, que se puso el cuchillo entre los dientes para amedrentar a Lucio y
Juan. Algún susto dio el ariete del Kawasaki con tanto revolverse, pegar y
correr. Pura bravura.
Brasil ni aceleró ni frenó. Sabía, suponemos, que tarde o temprano iba a
marcar por más que Luis Fabiano no tenía su día, enredado en la maraña
defensiva norcoreana. El gol llegó tarde y por fuera, en una decidida
arrancada de Maicon por su lateral, que resolvió de zapatazo sin ángulo,
pero con un efecto mortal.
La fiesta se calentó y Robinho redondeó la noche con un pase de gol en
bandeja a Elano. El dos a cero apagó la luz a Brasil, ya de paseo. Corea del
Norte se aprovechó y despertó al respetable con el gol de Yun Nam en el
último minuto, para su mayor gloria y regocijo. Pero no dio para más.
EL detalle. el llanto de se jong en el himno
Tao Se Jong rompió a llorar sin consuelo con los acordes del himno de Corea
del Norte. Imagen emotiva de unos jugadores que saben la fortuna de estar en
un Mundial. |