Empate del Real Madrid en un
partido de puro trámite que sólo sirvió para ver la progresión de
algunos jóvenes de la cantera y para que los no habituales en el once
titular disfrutaran de minutos de juego; Ronaldo, los supo aprovechar.
Los de Capello, con el pase a
octavos de final en el bolsillo, nunca encontraron la motivación
necesaria para afrontar el partido y sólo Ronaldo, con dos goles en los
últimos cinco minutos, supo como salvar el resultado.
Con la clasificación asegurada e
inamovible la situación de la tabla en el grupo E, poca emoción o
interés, salvo el propio juego, tenía la visita, ya clásica, a la
capital de Ucrania. Faltaban muchos y había muchas caras nuevas en el
frío y silencioso estadio Valeri Lobanovski. Esa, en principio, podía
ser una de las atracciones del choque, en fin, ver a los chicos de la
cantera, a los que vienen por detrás. O ver el estado de Ronaldo, que no
es poco
El campo estaba pesadote, no corría bien el balón, y los centrocampistas
dispuestos por Capello, De la Red, Diarra, Beckham y Nieto, parecían
desubicados y jugando a pierna cambiada. Así las cosas, y como el Dínamo
apenas apretaba, el juego tardó muchos minutos en desovillarse. Sólo De
la Red, en la noche de los chicos jóvenes, dejó un par de acciones que
le acreditan como un centrocampista a seguir: presencia, ambición y
estupendo disparo con ambas piernas.
Entre tanta tontuna, tanto descontrol táctico y falta de motivación, un
centro desde el carril del ocho de Belkevich lo acabó rematando
Shatskikh a gol ganando la posición a Mejía. Qué cosas. Demasiado blanda
la defensa, demasiado desinterés en general. El Real Madrid reaccionó
con varios fogonazos, alguno de calidad, como un extraordinario pase de
Beckham a Cassano, que el italiano no pudo terminar.
Aunque De la Red y Torres cumplían con buenas intenciones, la zaga era
de plastilina, la media era un coladero y la delantera, con la pareja
formada por Ronaldo y Cassano, no daba pie con bola y resultaba tan
pesada como el terreno de juego. El Madrid no carburaba y el Dínamo, que
sin mucha creatividad o imaginación atravesaba las pantallas blancas con
suma sencillez, puso tierra de por medio con un nuevo gol de Shatskikh.
Ligero cambio de actitud sin recompensa
Nada cambiaron las cosas y antes de que los futbolistas del Madrid
pudieran tomar conciencia de que sólo quedaban cuarenta y cinco minutos
para arreglar el asunto, el Dínamo tuvo una oportunidad clarísima ante
Diego López. Mal asunto; la derrota importa menos en una partido de
trámite, pero las goleadas nunca sientan bien.
Tras diez minutos de dudas y acoso ucraniano, los de Capello tomaron
aire con un precioso taconazo de Ronaldo que dejó a Beckham sólo y a
toda pastilla en una autopista libre hacia Shovkowski. El poste rechazó
el derechazo final del inglés. Esa jugada, el interés de Ronaldo y un
ostensible cambio de actitud general devolvieron a los blancos al
partido.
No era la desidia de la primera mitad, pero tampoco estaba resultando
suficiente el ligero dominio del Real Madrid para recortar la ventaja
del Dínamo. Capello, muy enfadado, no tuvo más remedio que saltar del
banquillo y espolear a los chicos, a ver si con dos enérgicas
indicaciones se podían nivelar las cosas. Ni por esas. Javi García salió
por De la Red y Borja Valero por Nieto.
Llegó un momento en el que el partido entró en una dinámica tan lenta
que el árbitro debería haber pitado pasividad, como en el balonmano,
pero no podía, lástima, el colegiado inglés y el respetable tuvo que
soportar un cuarto de hora de espanto. Sólo la casta de Michel Salgado,
para el que no parecen existir diferentes tipos de partidos, y el genio
de Ronaldo, cambiaron el devenir de las cosas en los últimos cinco
minutos; El nueve brasileño enganchó un rechace en el área pequeña que
acabó por detrás de Shovkowski. Y al rato sufrió un penalti que el mismo
transformó. Trámite insustancial que sólo Ronaldo supo salvar. |