Primer renuncio de
Fernando Martín, y renuncio feo. Al acabar el partido proclamó que
suspendería los dos días de vacaciones (ayer y hoy) previstos, porque el
equipo necesitaba entrenarse. Sonaba a castigo, a un aquí se ha acabado
el pitorreo. Pero el pitorreo sigue. Tras un simulacro de entrenamiento,
hubo reunión con la plantilla y restitución el martes del día libre
arrebatado ayer. Lo que pretendió ser un gesto de autoridad, quedó
transformado en un gesto de debilidad. Y, cara al futuro, se ha perdido
en la práctica un día de entrenamiento esta semana. Y de paso se ha dado
que hablar. Y todos han salido perdiendo.
Porque lo que menos necesita Fernando Martín es dar esa imagen de que no
puede con los jugadores. Lo que menos necesitan los jugadores es que
quede reforzada su imagen de perezosos caprichosos. Y lo que menos
necesita el entrenador (que es quien, en un club serio, debe decidir
cuándo y cómo son los entrenamientos y las libranzas) es que todo esto
se maneje fuera de su control. Es otra novatada de Fernando Martín, esta
peor que las anteriores. Porque ha transmitido la sensación de que no
les aguanta un pulso a los jugadores. Por no poder con ellos es por lo
que se fue Florentino. Pues no parece que hayamos avanzado nada.
Y los jugadores también tienen sus coartadas. Les han cambiado mucho de
entrenador y de modelo de preparación. Además, cada cual puede
refugiarse en otros: este no corre, aquel no está en forma y juega
porque sí, yo gano menos de lo que me dijeron, a mí me toca una zona
demasiado ancha, a mí me cambian de puesto cada poco, a mí me quitaron
porque sí y ya ni me convocan... Un pequeño universo donde cada cual
puede escurrir las culpas hacia otro lado. Un sistema perverso que se
cambia detectando quiénes son de verdad los culpables y sustituyéndolos,
no con un calentón en el que paguen justos y pecadores por igual. |