Vienen los 'gunners', para el
duelo más decisivo de la temporada hasta la fecha, y resulta que los cañonazos
no vienen de las filas londinenses. Los ha lanzado Ronaldo, el día antes de la
hora H. Ronaldo recuerda que el Bernabéu no es su cielo protector. Y que lo
tendrá en cuenta a final de temporada.
Pero tiene mucha razón. Ronaldo, es cierto, no ha
caído en gracia al 100% de los abonados del Madrid. Será su pasado barcelonista
o las vueltas con sus kilos, pero el caso es que es verdad que le ha
costado premiar la eficacia del R9. Porque Ronaldo, que hasta jugó con el número
11 en el Madrid, sigue siendo el delantero centro más resolutivo del panorama
mundial.
Camino de apuntarse con todos los honores a la coletilla Di Stéfano, Pelé,
Cruyff y Maradona, sus esbozos en el PSV y sus tantos/eslálom al Compostela (Barcelona)
y Piacenza (Inter) lo habían situado ahí, a un escalón del 'golimpo'. Pero llegó
la lesión, la convalecencia y el milagro de Biarritz, donde sufrió lo que no
está escrito simplemente para volver a ser futbolista. Luego estalló el caso
Cúper (argentinos y brasileños viven un permanente derby) y Ronaldo puso lo que
había que poner para fichar por el Real Madrid. La inquebrantable voluntad de
los elegidos, de aquellos jugadores que se saben poseedores de un don, el elegir
de quién cobrar. En el Madrid no ha faltado a su cita con el gol. Sin tanto
regate, pero con la contundencia mastodóntica habitual. Impecable su rendimiento.
Con su franqueza de esta mañana de 20 de febrero de 2006, Ronaldo parece abrirse
las puertas a la salida. Y recalcó que verá su futuro "después del Mundial".
Porque en Alemania, el brasileño probablemente se convertirá en el mayor
goleador de la historia de las fases finales mundialistas.
En el Bernabéu, eso sí, ha emplazado a la afición a que se pronuncie sobre él.
La mejor reconciliación del enésimo desencuentro, un par de goles al Arsenal.
Y quizas es que al R9 se le piden siempre las máximas prestaciones. Sea
justo o injusto, es así. |