El Madrid sigue su
reconstrucción y anoche dio otra satisfacción al Bernabéu. Y ante un Cádiz que
tuvo empaque de buen equipo. En defensa, en media y en ataque. Con un perfecto
plan para desarticular lo mejor del juego del Madrid, el enlace Zidane-Guti, que
esta vez no pudo lucir como ante el Sevilla. Con dos centrales que suman setenta
años, pero que están firmísimos. Con ese jugador de nombre impronunciable al que
han rebautizado como Mortadelo en el papel de referente peligroso entre la media
y el ataque. Con el merodeo en el área contraria de Medina, que pescó su gol. Y
todo embellecido por una afición inigualable.
Ante ese equipo lo tuvo mal el Madrid, que llegó a verse por detrás, ya en la
segunda parte. Pero maniatar completamente a este equipo es difícil por dos
razones: porque ha recuperado la fuerza y la fe en sí mismo, y porque ante
jugadores de tal categoría siempre quedan un par de cabos sueltos. Esos cabos
sueltos fueron Robinho y los tiros libres. A Robinho le va el Cádiz, es evidente.
Estaba remontando y al reencontrarse con el Cádiz terminó de sentirse casi como
es él. En la primera parte Lizondo le negó el penalti. Pero se desquitaría hacia
el final con un gol bello, el que establecía el 3-1 y mataba el partido. Gran
Robinho. Por fin.
Y los tiros libres, que dieron la vuelta al marcador en dos minutos mágicos. El
Madrid acumula especialistas y los dos mejores ya se sabe que son Roberto Carlos
y Beckham. Ahora han trabajado y eso permite mejorar los ángulos y las
posibilidades. Tú la mueves, yo la paro, él remata... Dos ejecuciones gloriosas,
una indefendible, la de Beckham, la otra facilitada por el boquete en la barrera,
único error del Cádiz en el partido. ¿Y Cassano? Bien de nuevo. Entró cuando el
partido estaba difícil y le dio al ataque una actividad que no puede esperarse
de Baptista. Esta vez no hizo el gol partita, como en Sevilla, pero confirmó las
buenas impresiones. |