Pocos futbolistas de 21 años han sido
capaces de generar tanta ilusión como la que ha despertado Robinho.
Influirá, seguramente, que la mayor parte de los que le esperan no han
visto dos partidos suyos, ni uno tal vez, pero el desconocimiento
aumenta la esperanza y da rienda suelta a nuestra desbordante
imaginación. Robinho es un genio, lo dice Pelé, señor al que no osaremos
llevar la contraria. Y lo afirman también esas imágenes que nos
descubren a un muchacho escurridizo que hace coreografías sobre la
pelota y derriba a los defensas sin tocarlos, tan bueno con las dos
piernas que nadie se pone de acuerdo en señalar su pierna buena, un
bailarín con gol o lo que los clásicos llamarían un asesino con cara de
niño.
A falta de confirmar sus infinitas cualidades, su aterrizaje ha bastado
para transformar al Madrid, un equipo al que ya no se le distingue ni
una arruga. Hasta Pablo García se rió ayer en el entrenamiento, hay
fotos. El optimismo es incontenible. Incluso aquellos que consideramos
que la plantilla sigue desequilibrada y que se acumulan futbolistas en
la media punta al tiempo que continúan desguarnecidas las alas,
comenzamos a pensar en la posibilidad de que Robinho y el viento que le
acompaña lo arreglen todo.
En ese estado de repentina alegría se presenta el Madrid en Cádiz, de
salida con el mismo once que jugó el Trofeo Bernabéu y derrotó 5-0 a un
combinado americano. En toda la pretemporada el Madrid no se ha medido a
un solo equipo serio.
Y en el banquillo, Robinho. Parece difícil que el entrenador no cuente
con él si el equipo tiene problemas y resultaría extraño que le negara
el debut si el marcador fuera favorable. Es decir, apostamos por su
estreno.
Si el Madrid ha aterrizado en estado de felicidad, el entusiasmo en
Cádiz no es menor. Doce años después, el equipo con más salero y sentido
del humor de España regresa a Primera División.
Espárrago contará esta noche con el mismo equipo que logró el ascenso en
Chapín y recuerdo que una formación parecida doblegó al todopoderoso
Barcelona durante la primera mitad del Trofeo Carranza (1-0 al descanso).
Oli, que ha sido buen delantero y ahora también es perro viejo, será la
punta de lanza del equipo. Abraham Paz, un central prometedor, pasará
examen con Ronaldo. El ex bético Benjamín comenzará en el banquillo. Las
opciones del Cádiz dependerán de su capacidad para percutir en las
elásticas bandas del Madrid. Y de la presión. Y de la suerte.
No habría mejor sitio para el estreno de Robinho que el Carranza. No hay
mejor lugar que Cádiz para comenzar su aclimatación porque no hay lugar
por los alrededores más parecido a Brasil. En ese estadio nació el mito
de Butragueño. Eso sí, será mejor no recordar que en ese mismo campo
también debutó Prosinecki...