Pese a los dos años en blanco, la paciencia
del aficionado del Madrid parece no estar agotada, pero me da que la del
presidente sí. Sabe que cometió graves errores el pasado año, sobre todo
a la hora de alquilar el banquillo. Tampoco le fue muy bien cuando se
alejó de su política de fichar un gran crack por temporada. Owen no
tenía el tirón mediático que él pretendía y el resto fueron
contrataciones fallidas. Robinho marca el regreso a los orígenes, aunque
no pueda estar esta noche en el Bernabéu. Con su presencia se garantiza
de nuevo el intentar incorporar cada temporada a los mejores del mundo
en su puesto. Diogo, Pablo García y Baptista llegan porque la
experiencia demuestra que el pelear por tres títulos requiere algo más
que tirar de la cantera a mitad de temporada. Además, la media de edad
de la plantilla necesitaba ser rebajada.
La incógnita es saber si todo ello será suficiente para que el público
mantenga la ilusión de pasados ejercicios. Hoy no se verán grandes
cambios, a tenor de lo que el equipo ha hecho en pretemporada. Sin
Robinho en el campo, habrá que seguir analizando si Luxemburgo es el
indicado para darle la vuelta al calcetín. Conoce el fútbol que gusta en
Madrid desde siempre, ha comprendido en medio año las exigencias del
cargo y no puede excusarse en que trabaja con un grupo que él no ha
confeccionado. Las famosas rotaciones marcarán su futuro porque ahí es
donde se envenenan todos los vestuarios. Por lo pronto, demostró firmeza
a la hora de mantener su postura en el caso Figo. Veremos si no le
tiembla el pulso cuando siente en el banquillo a Zidane, Baptista o Raúl.
Pero para eso habrá que esperar unas semanas. Insisto, hoy parecerá que
nada ha cambiado. |