Esa goleada final es lo de menos. Sólo
faltaría que al tal ASK no le hubieran caído cuatro en el saco. Pero la
costillada de Irdning (un campo metido en un paisaje clavado al anuncio
de la vaca de Milka) dejó lecturas interesantes para el madridista que
se mete en vena hasta las pachangas de Las Rozas. Lo realmente comprable
del séptimo ensayo es que este equipo tiene pegada. Raúl, Ronaldo,
Portillo y Owen. Cuatro goles. Cuatro delanteros. Los 4 fantásticos. El
inglés está en la fase melancólica y 'margaritera' del "me quiere, no me
quiere", pero su pragmatismo británico le permite ser puntual (como lo
del té a las cinco) siempre a su cita con las redes enemigas.
No se podía exigir mucho más a un Madrid que sufrió el llamado 'shock
del sembrado'. Me explico. Vanderlei los ha tenido toda la semana
saltando sobre la arena de la playa. Una manera de alimentar la
complicidad paisajística del cuarteto brasileño. Aún así, la versión A
del Madrid, sólo faltaba el deseado Robinho, estuvo falta de magia.
Lógico. Es como debió sentirse Rafa Nadal cuando cambió la arena mágica
de Roland Garros por la hierba silvestre de Wimbledon. No es lo mismo...
Seguro que tampoco fue el debut soñado por Baptista. La Bestia jugó 45
minutos de blanco imperial. Pero ni el rival ni el escenario merecían
una interpretación subida de tono. Julio César, ya llegará tu día.
Uno hubiera querido ver en este Puerta Bonita austríaco a sus añorados
Koncilia, Prohaska, Pezzey, Schachner o Krankl, la base de aquella
magnífica selección austríaca que tumbó a la España de Kubala en el
estadio de Velez Sarsfield en el arranque del Mundial de Argentina 78.
Siempre Raúl
Pero eso es prehistoria y harán bien en reprochármelo. Lo interesante es
que ayer más de 650.000 madridistas se pegaron a la pantalla
intercontinental de Realmadrid TV para constatar que con Baptista en el
campo, Raúl picadísimo (o sea, fajarse a muerte y meter el gol que abrió
la lata) y Ronaldo a sus labores (le llegó una... y la metió, 'of course')
el primer Madrid de la 'era sin Figo' ha ganado en movilidad ofensiva y
en contundencia en la llegada. El balón se suelta al primer toque y el
rigor táctico destierra las frivolidades fuera de guión. Con Robinho se
hará una excepción. Justificada. Háganme caso. Con el 'Cosminho' del
Santos, el Madrid va a rescatar los tiempos del Juanito diabólico que
vino del Burgos (regateaba hasta a los banderines del córner) y a ese
Amancio que capté en su última recta pero que parecía tener un pacto
diabólico con la pelota. Sus continuos caracoleos, fintas y amagos
justifican la mística del fútbol. Y Robinho es eso. Fútbol de favela sin
ligaduras ni dictaduras de pizarra.
Mientras y a la espera del crack paulista, vimos como Portillo merece un
sitio en la rotación (este chico sigue llevando el gol en las venas
aunque ya lleve dos años marginado), que Guti la sigue pasando entre
líneas como nadie y que Helguera es el único que no tiene sustituto en
la plantilla. Woodgate es como los móviles sin batería. No está
operativo. Seguir engañándose no es bueno ni para el chico ni para una
afición que sabe más que los ratones coloraos... |