Dos años después vuelve usted a Mallorca, a
nuestro fútbol. ¿Qué le aportó Italia?
Viví al experiencia que supone trabajar en un ambiente distinto, aunque
tampoco tan diferente. Allá, como acá, manda el resultado y en el Inter
no vale salir segundo o semifinalista de la Champions. La paciencia se
cotiza a un precio muy alto en el calcio y pese a tener dos años más de
contrato no pude continuar con mi trabajo. Y lo entiendo, ¿eh? Lo
entiendo perfectamente, aunque me queda una cierta duda interior: si
finalmente hubiera sido posible ganar un título. Pero tuve dos años para
conseguirlo y, ya le digo, la paciencia se agotó.
¿Vuelve siendo mejor entrenador?
No soy capaz de contestar a esto. La experiencia fue buena, pero los
resultados no se dieron. La exigencia es muy grande en el Inter. Aunque
lleve quince o dieciséis años sin ganar nada, se trata de un club muy
poderoso, que lucha siempre por ganar. Se trata del club más exigente en
el que trabajé, también en la convivencia. Quede claro también que me
dieron todos los medios para trabajar.
Menotti ni triunfó en Italia. Tampoco Carlos Bianchi. Usted dejó la
tarea a medias. ¿Al argentino le va mejor España?
Sin duda que nos identificamos más con el fútbol español. Nos va menos
el fútbol tan directo de los italianos, que es el que les gusta. Los
argentinos pensamos que con un poquito de acá y un poquito de allá igual
nos sale la mezcla, pero la verdad es que no cuaja.
Bien, lo que se dice bien, sólo juega el Milán o eso parece.
El Inter juega bonito hoy, pero tampoco es exitosa su propuesta. Ha
empatado más partidos que ha ganado y, al final, los resultados dictarán
sentencia. En Italia, y volviendo a la difícil adaptación de los
argentinos, mandan los resultados y no importa lo estético. Todo es
legal, todo discurre dentro del Reglamento, pero el resultado está por
encima de todo.
¿Es por ello que los equipos españoles se acostumbran a atragantarse con
los italianos?
El secreto está en el gusto por la posesión del balón que existe acá. Si
el equipo español tiene la pelota, el italiano sufre. La excepción más
clara es el Milán, que incorpora una cierta paciencia a su fútbol. Allí
debes llegar al área como mucho al tercer pase. No les es fácil al de
fuera adaptarse a eso.
Tomando al Valencia como ejemplo. Construir un equipo lleva su tiempo, ¿para
destruirlo basta con proponérselo?
Un equipo se puede destruir en tres meses; para construirlo harán falta
seis o siete como poco, por no decirle que al menos un año.
Muchas veces recuerdo aquella brillantísima línea de centrocampistas del
Valencia, la que formaban Mendieta, Farinós, Gerard y el Kily González.
Fue separarse y acabar el encanto: ninguno triunfó lejos de Mestalla y
de usted.
Es que al jugador le pasa como al entrenador si va fuera, y
concretamente a Italia: debe cambiar el chip y no es tan fácil. A la
mayoría de estos futbolistas les pasó algo muy curioso: los ficharon de
acuerdo a unas características muy concretas y conocidas, y cuando
aterrizaron en su nuevo club les pidieron que hicieran cosas nuevas para
ellos, ¡incluso que cambiaran su manera de jugar! El que más lo sufrió
fue Mendieta. No se transformó en un mal jugador, pero se encontró con
que le pidieron que hiciera cosas que desconocía.
¿Sobre el Madrid actual tiene un diagnóstico?
Ha sufrido una transformación y equilibrarlo todo cuesta un trabajo;
desde fuera no da para el diagnóstico que me pide. Disiento de quienes
dicen que no es un equipo, pues equipo hay, no es una cosa anárquica. Lo
que se detecta es una falta de ajustes.
Los ajustes, el equilibrio, se consiguen trabajando. Vamos, digo yo.
¡Oh, sí, claro! Todo eso se consigue con el trabajo diario.
Vamos, que aunque el Madrid trajera un mediocentro y gente que desborde
por las bandas, que es lo que uno cree que le falta, si además no
trabaja, el resultado es cero patatero que decía aquel.
Lo primero es ganar los partidos, a ser posible jugando lo mejor posible.
Pero hay momentos y momentos; momentos en los que es posible una manera
de jugar y otros en los que se debe optar por otra cosa. Hay que saber
lo que tienes entre manos, ¿eh?
Por cierto: ¿entendió usted lo de Camacho?
Sin duda tuvo argumentos muy válidos para tomar la decisión que tomó.
Debemos respetar que un día, un señor, entrenador de fútbol o
profesional de cualquier otro oficio, agarre la puerta y se vaya porque
no aguanta lo que lo rodea.
Volviendo a los ajustes, equilibrios y anarquías: el Barça es el ejemplo
de equipo hecho en seis/siete meses.
Sí, es un gran equipo. El más equilibrado que hay en la actualidad. La
verdad es que lo hace todo bien, nunca está descompensado. Hay una
identidad de equipo importante.
Eso, identidad de equipo importante, tuvo el Mallorca de su primera
etapa. ¿Qué sensación tiene ahora que le llaman con el equipo abajo, sin
Ibagaza, sin Dani, sin Luque, sin Etoo, sin Engonga...?
Tengo la sensación de que vivimos un momento difícil y eso lleva su
tiempo arreglarlo.
¿Un entrenador se ve en estos momentos?
No sé si es así... Se ve que hay entrenador por lo que demuestra tu
equipo, más allá del resultado. A mí me gusta que cuando una persona va
al fútbol diga: este equipo juega de esta manera. Muy mal, en un momento
determinado, pero de una manera reconocible y clara. No es fácil
conseguirlo, desde luego.
Firmó por tres años. ¿Con qué ilusión?
Con toda la del mundo. Y lo apoyo en que cuento con un grupo de
jugadores dispuesto a todo. El equipo tendrá sus virtudes y sus defectos,
pero tiene el compromiso de todos y eso es básico.
Cuando hablo de ilusión me refiero a si sigue pensando en que después
del Mallorca le llamará un Inter. O un Barça. Porque usted estuvo muy
cerca del Camp Nou...
Sí, muy cerca. Cuando acababa mi relación con el Valencia. ¿Qué pasó?
Pues que apareció el Inter y me convenció. Pero sí, estuve cerquísima de
entrenar al Barcelona. Ahora no me planteo más que mi trabajo aquí, lo
demás sería una consecuencia de ese trabajo. Y, bueno, lo único que me
quedo atragantado fue ganar una de las finales que disputé. Pero como
igual no se repite nunca una cosa así...
¿No le atormenta que pueda irse sin ganar un gran título?
No, para nada. Yo soy feliz entrenando.
Finales, las dos de Champions a las que guió usted al Valencia, ¡Ave
María, Cúper, dos finales y le hicieron a usted la vida imposible!
Frente al Madrid no hubo opción, ante el Bayern estuvo en el bote.
Sí, durante el juego y en los penaltis. Hubo un lanzamiento clave, el
tercero, que nos permitía establecer la diferencia. Ese penalti es clave
siempre en todas las tandas y nosotros lo fallamos. Ahí se nos empezó a
escapar la final. (Héctor Cúper no da el nombre del lanzador que no
acertó: fue Carboni. Más tarde, Kahn paró el tiro definitivo a
Pellegrino)
¿Qué recuerdo tiene de Ronaldo?
Durante su tiempo en el Inter tuvo un buen comportamiento a excepción de
dos semanas en las que no se entendió nada de lo que hizo... hasta que
se le entendió todo: el problemón era que se iba al Madrid. Sigo
admirándolo como futbolista, pues se trata de un gran jugador y aquí me
paro. Si continúo entran los abogados y no me interesa.
¿El fenómeno que viene es Adriano?
No hay una aparición como podríamos decir que sí, que es el fenómeno que
viene.
Lo ficharon estando usted.
Sí, y enseguida se vio la categoría que tiene. Llegó y se puso a
entrenar al lado de Vieri, de Recoba, de todo el equipo, y dejó su sello.
Marchó cedido a la Florentina y al Parma para que jugara, que es lo que
necesitaba entonces. Y ahí está...
¿Usted no se quitará nunca la etiqueta de entrenador defensivo?
¿Es mala palabra ser defensivo? ¿Qué es ser defensivo? Es más: ¿defender
bien es malo?
De ninguna manera. Maldini defiende que es un arte.
No, mire usted: ser defensivo es meter el equipo atrás y eso no lo hacen
mis equipos ni los grandes de Italia, desde luego. Se dice que el calcio
es ultradefensivo y no es cierto. Otra cosa es que se juega en 35 metros,
eso sí que es verdad. Pero usted ve jugar a cualquier equipo contra la
Juventus, al Siena por ejemplo, y mete la pelota en el área y tiene
cuatro y cinco tíos allí. ¿Un equipo que te ataca con cuatro o cinco es
defensivo? El Numancia me pareció defensivo, pues atacó con uno. Donde
hay virtud no digamos que hay error.
¿Y es?
Pues que los once jugadores trabajen para recuperar el balón y defender
su campo. Si me critican por eso... ¡Que hagan lo que quieran!
Nos alegra tenerle de vuelta, Héctor. Gracias y mucha suerte en el
Mallorca.
No, gracias a ustedes. |