Llevo cuarenta años siguiendo el fútbol y
nunca creo haber estado ante un Barcelona-Madrid así. Este es el mejor
partido posible de la mejor de las ligas profesionales del más universal
de los deportes. Y nunca desde finales de los cincuenta estos dos clubes
habían conseguido concentrar tanto talento. Este partido reúne a muchos
de los mejores jugadores del mundo y los huecos que dejan libres están
ocupados o bien por brillantes internacionales de varios países o por
una estupenda representación de las canteras de ambos clubes. Porque
Barça y Madrid, sin menoscabo de su vocación universal y de su afición
al gasto, son también equipos de cantera.
Y los dos llegan en forma. El Barça viene de más a menos y el Madrid, al
revés, pero el partido les pilla a ambos con plena confianza en su juego
y en su condición física. El Barça no es el deslumbrante equipo de
septiembre, cierto. En el último mes ha perdido tres partidos (Milán,
Gramenet y Betis) y se ha dejado recortar cinco puntos por el Madrid.
Las lesiones de la parte de atrás han minado algo aquella fuerza
superior que veíamos en septiembre. Pero mantiene un arma superior, la
velocidad, y tiene en Xavi un director de maniobra ideal, porque su
rapidez de pensamiento explota la velocidad física de sus compañeros.
El Madrid está de vuelta. El Madrid siempre vuelve, solemos decir. Le
vimos despeñado en septiembre cuando, tras las cinco derrotas con que se
despidió Queiroz, llegó el fiasco de Camacho. Pero García Remón, con su
calma molownyana y su audacia para reunir a los mejores ha provocado la
reacción. En el mismo mes en que el Barça ha perdido tres partidos el
Madrid no ha perdido ninguno, ha marcado el doble de goles y ha encajado
menos. Pero la mejor noticia para el Madrid es la última: Ronaldo
también ha vuelto y no hay, ni en este partido ni en todo el mundo,
jugador con su capacidad resolutiva. El es el más grande de una noche
muy grande. |