El Madrid de Zidanes y Pavones, como acertó
a bautizar Florentino Pérez tras el ascenso al primer equipo del central
canterano, ha desembocado esta temporada en el denominado Madrid de los
Balones de Oro. Con la llegada al Santiago Bernabéu de Owen, premiado
por France Football en 2001 Figo lo fue en 2000, Zidane en 1998 y
Ronaldo en 1997 y 2002-, el Real Madrid ha aumentado más si cabe su
popularidad en el mundo y su cupo de jugadores de talla internacional
que comparten camiseta, protagonismo y vestuario. Y es que a los citados
anteriormente hay que sumar a Raúl, el favorito del socio, y a Beckham,
el más rentable fuera de los terrenos de juego.
Jamás en la historia un equipo había hecho acopio de tanta estrella
futbolística, mediática y de mercadotécnica. Pero sin embargo el
experimento aún está en pruebas. Mariano García Remón, que tomó el
relevo de su amigo Camacho tras su segunda espantada, ha decidido en las
últimas jornadas apostar a todo o nada, con una alineación titular de
ensueńo, hasta ahora imposible de contemplar salvo en partidos de
homenaje o en favor de nobles causas.
Un once formado por Casillas -el galáctico salvador- y que continúa con
el sufrido Helguera o el esforzado Pavón y el errático Samuel como
centrales; dos laterales de corte ofensivo como Salgado y Roberto Carlos;
una media con doble pivote ligero Guti, por enésima vez recolocado y
Beckham, dueńo de la diestra encargada de las faltas- más Figo y Zidane;
y con Raúl y Ronaldo en punta. Una apuesta arriesgada tanto dentro como
fuera del césped. Porque Owen, el recién llegado, no tiene sitio, ha
marcado goles determinantes y puede agotársele la paciencia como a
Morientes. Y entonces volverán las fricciones propias de un vestuario
plagado de egos, en el que el que no juega raja y el sustituido se
enfada y se desentiende de la historia. Entonces a García Remón más le
valdrá pedir consejo a su amigo Del Bosque, el único hasta ahora que ha
sido capaz de conducir con éxito la nave galáctica.
El Madrid, pese a la goleada frente al Albacete (6-1), en la que Zidane
y Ronaldo mostraron su mejor cara, no deja de ser un equipo que busca la
forma de acoplar con acierto sus piezas y su idea de juego para
redimirse de su mal comienzo liguero. Como al estudiante vago ahora le
toca hincar los codos de seguido y el examen del Camp Nou se antoja
arriesgado y tempranero porque el eterno rival salvo en Copa- se aplicó
en los deberes desde el primer día. Sin embargo el primer test serio
para el Madrid de los balones de Oro no será determinante. Sigue vivo en
las tres competiciones, queda mucho por andar y los exámenes finales
llegan entre mayo y junio. A lo mejor hasta pueden contar con la
aportación del inédito Woodgate. |