Que Sevilla tiene un color especial y que
el Betis es musho Betis es algo que ya sabíamos todos. Tampoco les
sorprendo si les digo que el Ruiz de Lopera es un estadio capaz de
alentar todo tipo de fenómenos extraños. Lo mismo hay un apagón como el
de Nueva York que suspende el espectáculo, que se extravían diez balones
en las gradas provocando una desesperante pérdida de tiempo. Y lo de
Pino Zamorano, posiblemente el peor colegiado de Europa, también era
previsible. Árbitro patético, capaz de poner de los nervios a
anfitriones y visitantes y de terminar provocando la sonrisa del cuarto
árbitro con su show de vista cansada junto a la banda. Todo ello aderezó
un partido acéfalo, sin fútbol y, eso sí, con dos goles soberanos con
sabor a samba.
El Madrid no despierta. Ante el Betis más mediocre que uno recuerde sólo
la aparición fugaz, explosiva y letal de Ronaldo (por fin regresó tras
48 días de excedencia) evitó un nuevo capítulo de la crisis galáctica.
La pobreza de resultados (sólo lleva diez puntos de los 21 posibles) y
el ridículo bagaje ofensivo, más propio de los entrañables personajes de
Días de Fútbol, delatan en la ecografía su delicado estado de salud.
Cinco míseros goles en siete partidos. Sí, 23 menos de los que llevaba
el Madrid de la Quinta del Buitre en su tercera Liga consecutiva
(1987-88) a estas mismas alturas de la película.
El Betis sacó petróleo de máxima pureza a pesar de estar perdido en un
laberinto en el que sólo Fernando, Oliveira y Joaquín (hiperactivo
siempre que ve delante el escudo que defenderá tarde o temprano) eran
capaces de sacar los colores a una defensa permeable en un primer tiempo
de encefalograma plano. Mejía naufragó en la banda, que se convirtió en
una autopista hacia el cielo para Oliveira. El paulista hizo con el
chaval un infanticidio, obligando a Pavón a hacer horas extras cuidando
su huerto y regando el de su compañero en un admirable ejercicio de
pluriempleo. Pavón, un alumno aplicado, siempre se ve metido en líos
cuando va por Sevilla (Queiroz, ¿te acuerdas?). Los béticos vivían su
particular happy hour y respetaban la letra de su himno: ...blanco y
verde es el sendero, luz en la mañana y en la noche quejío y quiebro....
Golpe al mentón. Fue un combate entre dos púgiles a punto de retirarse
de los cuadriláteros. Sobrados de peso y escasos de ideas. El Madrid
navegaba tan lento que el balón parecía medicinal. Debieron escuchar a
Luis Molowny, que en cierta ocasión le dijo a Gordillo: Si el Madrid
corre tanto como el rival, ganará siempre. El talento debía hacer el
resto. Ahí estaba Guti, que daba criterio, pero Zidane no conectaba con
los puntas y Raúl y Ronie aparecían como el Guadiana. Al capitán le
pudieron hacer un penalti (le tocaron el pie de apoyo, pero Pino
Zamorano no está para desvirtuar su leyenda anti-white) antes de que
Oliveira golpease al bajo vientre de un rival aturdido y sin dibujo.
Fernando (otro ex que no perdona) trazó un magnífico pase entre líneas a
lo Laudrup, que Oliveira supo dignificar todavía más con un envío
cruzado ante el que Casillas sólo pudo responder con una estirada tan
estéril como el fútbol de ataque de su equipo. Otra vez río arriba. 1-0
y con los rostros de la derrota dibujados en cada primer plano
televisivo. Al Madrid parecía que no podía sacarle de la depresión ni la
Fominaya, esa musa del Depor cuya anatomía de vértigo nos ilustra sobre
lo excitante que es soñar con alcanzar lo inconquistable.
Eso debió pensar García Remón, que supo reaccionar en el descanso como
lo hacen los entrenadores con personalidad. Ha sido firmar su contrato y
dar su primer puñetazo en la mesa. Sentó a un desorientado Samuel (agotado
tras llegar el viernes a las seis de la mañana y entrenarse cuatro horas
después), retrasó a Helguera para frenar la hemorragia, dejó a Guti en
el eje de un revolucionario rombo, desplazó a Raúl a la banda de su bota
favorita, la izquierda, y colocó junto a Ronaldo a Owen, que sigue
siendo un gran desconocido para todos nosotros. Michael lo intenta, pero
necesita salir de la burbuja y demostrar que el Balón de Oro de 2001 no
se lo regalaron en una gala benéfica de France Football.
Mariano, lanzado, consumó su revolución ordenando un relevo valiente y
certero. Álvaro (Mejía) dejaba su puesto a Álvaro (Arbeloa). El 27 jugó
con entereza, desparpajo y acierto. Un lateral con altura que puede
cuajar. El que arriesga, gana...
El Betis ordenado y granítico de Serra Ferrer se vio sacudido por la
réplica táctica de su enemigo. Benjamín aguantaba el tipo, pero las
bandas no tenían barra libre como en el primer tiempo y pronto se vio
que Prats iba a tener una velada plagada de emociones. En esa atmósfera
nació el gol soñado por Ronaldo en estos dos meses de sequía con la
casaca blanca. No sé si es que Daniela Cicarelli es una novia que le
tiene atormentado con los preparativos de la boda, pero está claro que
el Madrid necesita que el brasileño recupere la curva de la felicidad,
dentro y fuera del campo. Bastó que improvisase con Zizou una pared
pintada de buen gusto para firmar las tablas con un remate colocado e
imparable para todos los mortales.
Los ilusos creímos que empezaba un partidazo de 25 minutos apto para
todos los públicos. Pero Pino no estaba por la labor y dejó que cada
falta se convirtiese en un desafío a la paciencia del ser humano.
Entramos en un partidus interruptus, del que sólo se salía con alguna
arrancada heroica de Joaquín o con los últimos arreones de Roberto
Carlos y Zidane, que le permitieron a Prats presumir de ese jersey color
butano que irritaba las pupilas.
Florentino respiró. Sabe que el paciente necesita mimos y mucha mano
izquierda. El Betis tampoco está para mucho y por eso a Don Manuel le
vale este empate como si fuese una victoria estratégica. El Madrid
regresó en el AVE con un puntito de sutura que sigue dejando ver una
herida profunda y preocupante. Pero, bien mirado, el ataque de
entrenador que sufrió García Remón alimenta esperanzas para el futuro
inmediato. El banquillo no está abandonado a su suerte (Queiroz se
habría cruzado de brazos, fijo) y ahora el Bernabéu debe hacer el resto.
Llegan Dinamo de Kiev y Valencia. Dos miuras. Pero ha regresado el
matador. Ronaldo es el termómetro de este equipo sin brújula. Para lo
bueno y lo malo.
El detalle: debutó Arbeloa, un nuevo Pavón
Un Remón hizo debutar a un nuevo Pavón. Fue Álvaro Arbeloa, que
sustituyó a Mejía en el lateral derecho. Javi García no salió y después
del partido viajó a Canarias para jugar hoy con el filial.
El crack
Ronaldo
Salvó los muebles para el Madrid con el tanto que marcó en la segunda
parte y además cortó su sequía goleadora.
¡Vaya día!
Mejía
Pasó muchos apuros jugando de lateral. Figo no le ayudó nada y Oliveira
desbordó siempre que quiso al canterano.
El dandy
Oliveira
Fue con diferencia el mejor del Betis. Marcó un buen gol y creó siempre
peligro con sus regates y su velocidad.
El duro
Varela
En el minuto 36 le hizo una fea entrada al tobillo a Raúl que le valió
de manera merecida la tarjeta ama