Nudo
Primer acto: No hay cosa peor que jugársela con un italiano en tiempos de crisis.
Y el Real Madrid afrontó la tarea encojido. Muy pronto se adelantaron los
romanos. Segundos después de un mano a mano de Mancini con Casillas, anotó De
Rossi, quien rompió el fuera de juego y penetró como cuchillo en la mantequilla
por la blanda zaga blanca. El 0-1 fue una losa que el Madrid casi levanta a
continuación, en un tiro de Raúl. El partido, tras su frenético comienzo, se
asentó. El Roma defendía con cinco, y marcador a favor, por lo que se sentía tan
bien como mal el Madrid, peleón pero sin brillo. Ganas, muchas, aunque la clase
de Zidane, mediatizado por su hombro, no apareció apenas.
Al contragolpe llegó el 0-2, en una excepcional jugada colectiva que culminó
Cassano. El Bernabéu se quería morir pero aún quedaba la rabia de Raúl. Recortó
con una de sus habituales vaselinas (con la fortuna, eso sí, de tocar la pelota
en un rival) y el Madrid se sintió recuperado para afrontar la segunda parte con
cierto optimismo.
Segundo acto: La mejoría se transformó en un huracán en la continuación. El
Madrid, por fin circulando el balón a velocidad de conjunto grande de verdad,
desmontó al Roma gracias a su trabajo encomiable, a su ambición de reencontrarse
con su pasado reciente, el de antes de la crisis. El 2-2, aunque polémico (empujón
de falta personal de baloncesto a Raúl), le dio al Madrid la tranquilidad de su
primera misión cumplida: cazar en el marcador a los italianos. El resto fue
esperar. Debía caer la victoria por el peso de la justicia. La marcada por un
equipo que jugó para ganar y agradar, frente a otro que desde la desesperación
de su histérico momento mucho hizo con adelantarse sobradamente.
Raúl fue el protagonista del éxito, el hombre del partido y de la noche. Suyo
fue también el gol del 3-2, el tanto que deshacía un empate peligroso para la
futura clasificación en el grupo. Para que la noche fuera perfecta, Roberto
Carlos, silbado al principio como ante Osasuna, se dio el lujo de marcar un
zapatazo de los suyos. La felicidad, pues, regresó al Bernabéu.
Desenlace
El Real Madrid demostró que está vivo, al igual que Raúl y Roberto Carlos,
quienes necesitaban algo así para su autoestima. En medio de la que le está
cayendo al madridismo esta temporada, remontar un 0-2 a un equipo italiano tiene
un mérito incuestionable. Y el 4-2 devuelve la euforia a la afición, porque no
sólo el equipo resolvió bien ante la portería rival, sino que jugó un fútbol tan
rápido que acabó por lapidar al Roma. Samuel, que no se ha subido, en cambio, al
carro del triunfo, se pierde por amarillas el próximo duelo con el Dínamo de
Kiev. Le falta todavía un punto de soltura al argentino para convencer vestido
de madridista. |