Caras largas y rostros tristes. Así
subieron los madridistas al avión que los trajo a Madrid. El último en
entrar fue Camacho, que antes había hablado con Florentino por teléfono
para decirle: Esto tiene arreglo, tranquilo. El técnico recibió ánimos
de directivos, aficionados y prensa, pero era incapaz de mirar a los
ojos. Para olvidar las penas, los jugadores comieron embutido y bombones
que Juan, integrante de la Peña Los Dos, repartió con palmadita en la
espalda incluida. Algunos directivos preguntaban qué publicaba la prensa
y Butragueño reclamó tranquilidad. Zidane, con el brazo en cabestrillo,
se sentó solo en la última fila. A Carcelén le venció el sueño. Camacho
se distrajo con el vídeo cultural. Owen contó a los periodistas ingleses
que pensaba que iba a jugar, pero que él sigue esperando una oportunidad.
Cuando el avión sobrevolaba París, Butragueño se levantó de su asiento y
se fue a la parte del fondo. Conversó con el técnico y algunos de los
jugadores, aunque era difícil hacer terapia de grupo tras una derrota
así. El avión aterrizó en Barajas a las 3:00 horas. |