El Madrid tiene una plantilla especial. Una
plantilla con muchas estrellas, con todo lo que eso comporta. Jugadores
magníficos, pero con características especiales que hacen difícil su
conducción. En el caso del Madrid, varios de ellos han venido huyendo de
algún entrenador que les apretaba, o de un fútbol que les asfixiaba. En
el Madrid han encontrado libertad, de la que algunos han hecho buen uso
y otros mal abuso. Libertad para expresar lo mejor de su juego natural,
lo cual es magnífico. Libertad para rebajarse de determinadas
obligaciones (entrenarse duro, concentrarse, descansar) lo cual ya es
más discutible.
El problema es que la deriva en esa dirección llegó demasiado lejos. Uno
dicen que engordó, otro vivía en Londres
aunque tuviera su trabajo en Madrid, el de más allá sólo dormía por las
tardes, el otro se quedaba en el suelo protestando cada vez que perdía
el balón... Todo eso creció tanto que acabó por romper toda posibilidad
de funcionamiento del equipo. Y además a algunos les han empezado a
pesar los años. Así hasta que se rompió ese hilo invisible que ligaba de
forma mágica el juego de unos y otros sin necesidad de entrenamientos. Y
se hizo necesario sustituir esa magia por otra cosa. Por trabajo. Para
eso contrató el Madrid a Camacho.
Y en eso está. Esa es la crisis que vive el Madrid, el tránsito de un
pasado reciente libérrimo y feliz a la resignación de un modelo menos
sugestivo, más común, más trabajado. Camacho les pide a sus jugadores
que cambien, pero a ellos no les gusta cómo se lo pide. Me decía Juan
Cruz que Camacho confunde la naturalidad con decir lo que piensa, cuando
lo natural es callárselo. En efecto:dice lo que piensa en cada
entrevista que concede, cosa que como periodista le agradezco, pero que
no estoy seguro de que le ayude con sus jugadores. O tal vez sí. Tal vez
esa firmeza le permita saber con quiénes cuenta y con quiénes no. Pronto
lo sabremos. |