México se parece a una cobra a la que llegas a
dominar y, de repente, te muerde. Es algo así, aunque no sé cómo definirlo en
español, comentaba ayer Carlos Alberto Parreira a los periodistas mexicanos,
quienes preguntaron de inmediato al seleccionador brasileño si quería decir un
rival mañoso. Exacto, ése es el término. Parreira no se fía de México. Y, como
él, nadie que siga la presente Copa América.
La selección azteca, invitada al torneo, ya que pertenece a la CONCACAF, fue la
mejor de la primera fase, clasificándose para cuartos de final como primera de
grupo y derrotando a Argentina, gran favorita al título. Y es, además, una china
en el zapato de Brasil, que no la derrota desde hace seis enfrentamientos (la
última vez que lo hizo fue el 14 de julio de 1999, un 0-2 en la Copa América de
Paraguay) y que en la última edición del torneo, celebrado en 2001 en Colombia,
ya cayó ante los centroamericanos por 1-0.
México se rinde al proyecto Lavolpe, que mantiene su tira y afloja con la Prensa
y que está empeñado en dejar en papel mojado las críticas lanzadas por Hugo
Sánchez, quien fuera candidato al banquillo nacional. La recuperación de Ramón
Morales (lesionado en el tobillo) y Ricardo Osorio (rodilla) son la mejor
noticia para Lavolpe. Parreira, por su parte, duda entre Maicon y Mancini para
el lateral derecho y deberá retocar algunas cosas en el centro del campo (donde
vuelve Alex), que hasta ahora no ha dado el resultado apetecido.
La selección canarinha parece abandonada al olfato de Adriano y Luis Fabiano,
que frente a México volverán a integrar el tándem ofensivo. Pese a todo,
Parreira se pone la venda antes incluso de que haya herida. Una derrota en
cuartos de final no sería un desastre ni acabaría con el fútbol brasileño,
comenta el ex entrenador del Valencia. Llegó a Perú con una canarinha B y con
ella quiere levantar el trofeo. Ésa es su apuesta. |