El Madrid lo perdió todo la temporada pasada.
Cierto. Pero su imagen sigue intacta. Es más, parece que hay cierto brillo entre
la gente, como si el manto de Queiroz hubiese desaparecido de golpe. Sólo hay
que ver lo sucedido ayer en Jerez cuando aterrizó allí el Madrid. Chillidos,
histeria... Pasión, en definitiva. Porque Jerez pareció Tokio, por recordar
alguna de las escalas asiáticas de una gira que pasó factura el año pasado.
No hubo en el aeropuerto más de 500 personas. Pero el nivel de excitación que
surgió cuando aparecieron Beckham, Ronaldo, Zidane... fue enloquecedor. Sólo
falta que a Camacho le den lo que quiere y el Madrid volverá a ser esa máquina
deportiva que asustaba antes de salir del vestuario. El resto, la imagen, el
márketing y el escudo siguen intactos para satisfacción de Florentino Pérez.
La llegada fue caótica. Las escasas medidas de seguridad (cuatro o cinco
policías locales más algún miembro de seguridad privada) provocaron que los
cincuenta metros que separaban al equipo del autobús que le llevaría a
Montecastillo fuera un camino de abrazos y zarandeos. Beckham sigue siendo un
icono pese a fallar penaltis decisivos. Ayer, más de una aficionada al borde de
un ataque de nervios casi le quita hasta la camisa. Las caras de algunos, sobre
todo la de Samuel, mostraban desasosiego. Poco a poco superaron el pasillo.
Luego llegó el relax. Montecastillo es eso, un castillo a prueba de fanáticos. |