En esta Eurocopa me llamó la
atención que Italia y España se quedaran en la primera fase,
porque los dos todavía tienen buenos jugadores para el fútbol de
hoy. Pero Alemania cayó con todo el estrépito del mundo, aunque
previsiblemente. Los alemanes aún se creen que ganan con el
apellido y la camiseta. Su drama es que, aunque sus apellidos
siguen siendo impronunciables, dentro de esas camisetas no
tienen a un solo jugador representativo. Beckenbauer, Rummenigge,
Müller... hace años que se retiraron. Y encima, tienen un
arquero que nunca paró bien y que ahora está más viejo que el
padre de Julio Iglesias. Este Kahn es tan insoportable que ni
la hinchada alemana le quiere, como pasó ayer, que se fue a
despedir de sus aficionados y le silbaron con insistencia. Y es
que es normal: uno mira la cara fea esa que tiene y en sus ojos
se ve que le falta confianza. Desde el gol que le marcó Ronaldo
en el último Mundial, el que le hizo llorar como una nena,
comenzó su derrumbe. En su mejor momento dije que era un mal
arquero, y ahora que no está bien eso se acusa. Tarda más en
lanzarse a los lados que el portero de un futbolín, y cuando se
cae necesita una grúa para levantarse. Y es que esta Alemania,
que antes parecía un pelotón de panzers de fuertes, son muy
blanditos. Demasiado. |