Cosa rara: son legión los madridistas que, por
primera vez en mucho tiempo (varios siglos después del Dream Team), sienten
terror ante la visita del Barcelona, y de Ronaldinho en particular, tanto
que se me ocurrió recordar a alguien que hace 30 años el Barça ganó 0-5 en
el Bernabéu y casi me tira una silla (con un compañero encima), hay heridas
que no cicatrizan nunca. Cosa rara, digo, porque el Madrid encabeza la tabla
en compañía del Valencia (mejor viceversa) y aventaja al Barça en siete
puntos (hace 16 jornadas le sacaba 18). Situación curiosa: no se ve al
enemigo, pero se le oyen los tambores, lo que da más miedo, esto ya le
ocurría a los exploradores en las películas de Tarzán.No obstante, sin
ánimo de restar mérito al apoteósico momento del Barcelona (15 partidos de
Liga sin perder), habría que recordar también que fueron eliminados en Copa
en octavos y en la UEFA en cuartos de final, este último fracaso cuando ya
eran equipo deslumbrante. Podría darse el caso, más que probable, de que se
quedaran también sin Liga y el barcelonismo festejara la clasificación para
la Champions como si hubieran ganado un título. Si, además, se completara la
temporada con una victoria en el Bernabéu, ni contarles, mejor que el trébol.
El trayecto del Madrid es justo el contrario: del cielo a la tierra. El
equipo que generaba expectación infinita no consigue liberarse ahora de las
dudas. Y más aún cuando ayer se confirmó la baja de Ronaldo, que fue
descartado a última hora cuando él mismo aseguraba un día antes que iba a
jugar. Precisamente, ha ido a recaer el único futbolista cuya simple
presencia levanta el ánimo, el antídoto al efecto de felicidad contagiosa
que causa Ronaldinho. Por eso hubiera sido tan importante que Ronie saltara
al campo, aunque fuera en cabestrillo, como la dulce jovencita de La casa de
tu vida.
Queiroz modificará el esquema que le hizo ganar ante el Atlético. Como no
se fía de la pareja Mejía-Raúl Bravo, volverá a incluir a Helguera en el
centro de la defensa y Cambiasso se moverá por delante de los centrales.
Guti, de nuevo, esperará en el banquillo. Al final, el tiempo nos ha dejado
sin el esquema nudista (dos rombos) y la sensatez nos reconduce al cuello
cisne (un rombo), aunque el entrenador del Madrid es insondable, ni ganas
nos quedan.
En el Barça, donde todo parecía despejado como cielo de verano, se cuela
la noticia de que Luis Enrique podría ser titular en el puesto del lesionado
Luis García. Antic se jugó el año pasado la baza del efecto Luis Enrique (futbolista
odiado por el madridismo) y le dio resultado. Rijkaard repetirá.
Es más que un partido, lo habrán oído mil veces. Pero en este caso, por
primera vez en muchos años, se pone en juego algo más, más que una Liga; se
pone en cuestión una primacía que parecía eterna y no lo era: la del Madrid.