Ayer se produjo la mejor demostración de que los
galácticos saben bajar a la tierra. Eran las siete de la tarde cuando una
expedición madridista, compuesta por Ronaldo, Florentino Pérez y Jorge Valdano,
aparcaba sus coches de gama alta a las puertas del Hospital Universitario
Gregorio Marañón. La visita se había organizado con el mayor de los secretos y
ni siquiera el personal de seguridad tenía constancia de su llegada. Tampoco los
familiares de los enfermos, que mataban el tiempo en la puerta principal del
hospital, bocas abiertas, ojos como platos... ¿Ese de ahí era Ronaldo?El
gerente del hospital estrechó la mano de los que iban a visitar a las víctimas
del 11-M. “No se pueden imaginar el bien que hacen. Este tipo de cosas acorta en
gran medida los plazos de recuperación de los enfermos. Muchas gracias por venir”.
La voz se va corriendo en el exterior del recinto. Ronaldo está visitando a las
víctimas del desafortunado atentado. La gente se arremolina en la puerta para
ver al goleador blanco.
Mientras, en el interior, Ronaldo hace su primera parada en la habitación de
David Soceanu, un chico rumano de 18 años al que el infortunio le cambió la vida
hace poco más de un mes. Indagando en el motivo de la visita surge la noticia.
El sábado, el recién investido presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez
Zapatero, visitó a los que todavía permanecían internados en el hospital tras el
atentado. Un joven rubio, enjuto, pecoso y con acento del Este le cogió de las
manos y le pidió: “Señor presidente, yo sería feliz si usted pudiera conseguirme
una foto firmada de Ronaldo”.
El nuevo presidente del Gobierno salió tan sobrecogido por la petición del
chaval que movió los hilos para hacerle llegar la foto firmada y sondeó la
posibilidad de concertar un encuentro. Florentino Pérez, atento siempre a
provocar la sonrisa de un niño (él mismo ha afirmado que éste es uno de los
motivos que le movieron a presentarse a la presidencia del Madrid) se puso de
inmediato manos a la obra. A Ronaldo no le importó que fuera domingo, ni
siquiera que fuera su día libre, y realizó la visita para luego ir a su casa a
que le tratara de su lesión Pedro Chueca, uno de los fisioterapeutas del club
madridista.
No fue una visita relámpago. Ronaldo estuvo una hora en el hospital. No sólo
visitó a David (gran fan suyo desde los tiempos del PSV). Hizo lo mismo con los
otros 16 pacientes que siguen internados tras el 11-M. No se negó a nada. Posó
con todos los familiares que esperaban en los pasillos, entró en muchas más
habitaciones. Repartió camisetas, provocó las sonrisas de pequeños y mayores,
dio ánimos, prometió la Liga y más goles, bajó a la tierra, el más galáctico.