Fuera de forma física, sin entrar apenas en
juego, pero con el aura de los elegidos, Ronaldo convirtió la remontada
del Madrid en goleada, por lo que las semifinales están ya muy cerca. El
brasileño se movió dos veces. Y agitó la coctelera para convertir a un
cabreado Bernabéu en un sambódromo. Primero forzó un penalti y, después,
con un zurdazo al palo elevó la trabajada renta del Madrid. El vuelco,
tan de moda últimamente y al que tanto colaboró un Figo estratosférico,
sólo tuvo un pero. El cabezazo de Morientes, que sitúa al Mónaco a un
2-0 de pasar. El Madrid, que por tercera vez consecutiva se fue a
vestuarios al descanso con la cabeza baja, resucitó porque fue mucho más
en la segunda parte. No paró de cercar al Mónaco, agazapado y hasta
sorprendido por ir ganando. La insistencia blanca tuvo premio, en forma
de un churro gol (como el del 0-1) para el empate y un catálogo de
recursos ofensivos que sólo exhibe ahora mismo el Milán.
Hacia esa final vamos, hacia un imponente Madrid-Milán, los que más
Copas de Europa suman, los que más pegada disponen en su arsenal con
permiso... del Arsenal. |
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