Ya empiezo a temer que este
odioso tipo cumpla su promesa y gane el partido del próximo miércoles en el
Bernabéu él solito. La actuación de Oliver Kahn ayer en Leverkusen demuestra que
ha recobrado la forma y que se ha empeñado en redimirse del fallo que cometió
ante el Madrid. Y como se le meta algo en la cabeza, malo, porque Kahn no se
rinde fácilmente nunca. El empeño que ha puesto en los entrenamientos desde la
visita del Madrid es digno de encomio. Y no es sólo que lo pare todo, es que
también le acompaña la suerte. Sin ir más lejos, el pasado jueves fui testigo de
algo ciertamente inusual: cuatro tiros seguidos que le hizo Sepp Maier pegaron
en los postes. Así, uno detrás de otro, como el que no quiere la cosa. Si la
fortuna está aliada con él, que empiecen a temblar los madridistas, porque no va
a haber forma de meterle un gol.
El único consuelo que queda es
que el Bayern Múnich tiene que marcar en Madrid al menos un gol para seguir
adelante en la ChampionsLeague. Kahn puede hacer inútiles todos los esfuerzos de
Raúl, Zidane, Beckham y compañía, pero tal vez eso no sea suficiente para
conseguir la clasificación. Salvo, claro está, que se tome al pie de la letra lo
de ganar el partido él solo, suba a rematar un córner y acierte a batir a Iker
Casillas. No se lo tomen a broma, porque Kahn no es de los que bromean.
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