Primer Acto:
Ni el recibimiento al Real Madrid fue tan ruidoso, ni el Camp
Nou fue la caldera de antaño ni el Barcelona fue el equipo que se
espera cada vez que los de blanco pisan su césped. Sacó el Madrid
de centro y basculó a la izquierda, pero ésta vez no llegó el
rápido gol de Ronaldo. Lo que sí se vio fue la predisposición
azulgrana ante el choque. Sin Saviola y sin extremos, sin presión
y sin morder, con hechuras de equipo pequeño que da todo al rival
a la espera de que le caiga algo a la contra.
Aceptó el Madrid la invitación, pero no se volvió loco. Es más, se
sintió a gusto con el balón e impuso su ritmo de rondo, de
pasecito corto y al pie en busca del hueco definitorio para
Ronaldo, Raúl o Zidane. Fue así como llegó el gol de Roberto
Carlos, que definió con un zambombazo un pase a la frontal de
Zidane. Ventaja madridista que llegó tras un paradón de Casillas a
Xavi. Ventaja madridista también en el juego, aunque con el freno
de mano echado, frente a un Barcelona menor.
Segundo Acto:
Después de 45 minutos perdidos, Rijkaard volvió al origen, al
modelo de los extremos con Quaresma y Overmars en las bandas. El
portugués encaró y reactivó al público y a su equipo, que se metió
de lleno en el partido. Además, el Barça se fue a la guerra de
guerrillas en los dúos Motta-Figo, Xavi-Raúl o Puyol-Ronaldo.
Apareció entonces el Barcelona, se inflamó el Camp Nou y el Madrid
vivió sus peores, aunque no agobiantes, momentos.
Mantuvo el Madrid su estilo, sin inmutarse, y capeó el temporal
como pudo. Como pudo y con Casillas, el mejor en el Camp Nou, un
pedazo de portero, un galáctico con denominación de origen. Y con
la puerta a buen recaudo, se desplegó el Madrid tras un saque de
esquina churrigueresco, con Figo en profundidad a Roberto Carlos y
el Barça en inferioridad. El brasileño se la puso a Ronaldo y éste,
como quien canta, remató a Valdés por bajo. Fue la puntilla para
el Barça, pese al gol de Kluivert y a la postrera reacción
azulgrana. Brazadas para encontrarse con Casillas, para terminar
muriendo en la orilla. |
El ritmo cardiaco
de la Liga se altera cuando se enfrentan Barcelona y Real Madrid.
La pasión con la que se viven estos encuentros va por un camino
diferente a la clasificación de los equipos, su momento de juego o
las bajas. Los resultados previos apenas influyen en el ánimo de
los jugadores, que afrontan estos duelos con una motivación
especial y con la ambición de pasar por encima del rival. Quizá
por eso, el recuerdo de la derrota por 5-1 sufrida por el
Barcelona en Málaga y del triunfo del Madrid por 2-0 ante el
Atlético seguramente habrá desaparecido ya de la mente de los
futbolistas, aunque no de los aficionados.
La ausencia de Ronaldinho en el Barça marcará el desarrollo del
partido. Rijkaard, además, ha decidido que Saviola se quede en el
banquillo. Su puesto será cubierto por Luis García, que formará
pareja de ataque con Kluivert. El Madrid sale con todo y sólo
cuenta con la baja de Guti. |