Milito a los altares. Era de
esperar. Los chicos de Flores salieron con adrenalina en vena y jugando como lo
hizo el Madrid, al pie, de frente. Cualquier defensa encendido, con los ojos
abiertos, mente dispuesta y actitud decidida, triunfa. Sólo dos veces jugó el
Madrid para herir. Un balón de Raúl a Ronaldo y otro perfecto de Guti a Raúl.
Desaprovechados en ventaja. Ninguna de las dos veces vi a Milito por allí
(se escondio'?).
Ronaldo lleva tres partidos seco y eso es la principal noticia
ahora. Queiroz dijo que le quitó
para no perder. Y puso a Solari, en lugar de Borja, jugador al que mira pero no
ve. Pero más tarde sacó a Portillo, que ni se enteró de qué iba la fiesta, para
sustituir cinco minutos a Zidane, que incluso estando mal puede inventar algo
curioso o con buen sabor.
Es como si todo estuviera en el guión, suceda lo que suceda en el campo y sean
cuales fueren las necesidades puntuales.
Si a quince minutos del final
sustituyó a Ronaldo y la cara del hombre era un poema, para darle más tarde un
natural con veneno a Portillo, el asunto se digiere con dificultades. Si se
tiene fe en Portillo hay que titularle en Belgrado y dejar a Ronaldo en casa,
descansando. Eso, con la ventaja que tienen, sí se entendería. Tampoco es
comprensible el destajo ofensivo de Salgado, o que Roberto Carlos sea el
artillero más prolífico, o que no se encuentre una solución a la ausencia de
Makelele, o que Beckham esté infrautilizado. Que el Madrid, con los violinistas
que tiene, necesita el balón, es obvio. Pero también necesita jugar sin él. El
recurso de Raúl Bravo va saliendo a duras penas. Sólo cuando juega Zidane, lo
hace la tribu y a Ronaldo casi siempre le llega el balón por detrás,
inutilizando así su velocidad y potencia. Por lo demás, todo bien.
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