Cuentan los que le vieron jugar que
Clemente fue un futbolista exquisito, probablemente galáctico si no hubiera
tenido que retirarse a los 21 años por las secuelas de una entrada alevosa.
Dicen que fue aquel incidente lo que le convirtió en un entrenador brusco, con
preferencia por los jugadores físicos y cierto desprecio por los refinados, tal
vez aquellos que le recordaban a sí mismo o más bien a lo que pudo ser.
En contra de lo que pueda pensarse,
este tipo de reacción, contra la herida y no contra quien hiere, es frecuente y
está catalogada en los libros de psicología, incluso en el cancionero popular:
“Yo soy rebelde porque el mundo me hizo así, porque nadie me ha tratado con amor”.
Situado el personaje, es evidente
que nada le daría más placer que ganar en el Bernabéu y al actual Real Madrid,
equipo que representa los valores del fútbol arte (o tiqui- taca) y de correr ni
hablamos. Vencer en tales condiciones y con el autobús bajo palos sería una
experiencia tan intensa que podría hasta quitarle el trauma.
Porque se espera autobús, esto no
lo oculta ni Clemente, que prepara una defensa de cinco a diez integrantes,
según se vaya dando el partido. Lesionado Tamudo, Raúl Molina jugará arriba,
completamente solo; es de suponer que le facilitaran un kit de supervivencia,
lata de sardinas, linterna y navaja suiza.
Es muy probable que el Madrid
ignore todas estas penurias (el Espanyol juega tan atrás que es colista),
incluso uno se imagina que en un equipo tan sobrado siempre habrá alguien que en
el túnel de acceso al campo pregunte entre susurros: “¿Y contra quién jugamos
hoy?”.
Olvidado el debate del central (debíamos
estar muy ociosos), el Madrid presenta hoy una versión del equipo inédita y que
parece inmejorable, asumidos ya los excesos de la condición galáctica. Raúl
regresa y la pareja Beckham-Helguera jugará en el doble pivote, lo que ofrece
llegada, gol, casta y glamour.
Si Queiroz, inspirado tal vez por
un trance poético, se atreve algún día a colocar de Guti de libre, la felicidad
será completa, el despelote total y a Clemente habrá que ingresarlo, me temo.
Visto de lejos parece un encuentro
muy interesante. No sólo porque el Madrid juega en la ópera (otros campos
carecen de acústica, o eso les parece), sino porque el desequilibrio, tan
exagerado, genera morbo: ningún deporte ofrece tantas oportunidades al débil, en
ningún otro un autobús podría adelantar a un Ferrari.
as.com