La primera
contradicción en la estrategia deportiva desde el fichaje de Carlos Queiroz
parece haber llegado. El germen del problema: el eslogan de los Zidanes y
Pavones. Las declaraciones de Florentino Pérez a El Larguero de la Cadena SER el
pasado sábado fueron un claro aviso: “Los jóvenes no están para formar una lista
sino para que les den oportunidades”. Es de suponer que el técnico portugués
fichó por el Real Madrid bajo la asunción de esa premisa, pero su apuesta por
varios jugadores de los considerados como transferibles por la cúpula blanca
durante los cuatro partidos de la gira asiática han puesto de manifiesto que
Queiroz, en principio, cuenta con Morientes, Solari, Celades y Cambiasso. Por
contra, Portillo, Raúl Bravo, Miñambres, Borja y Núñez pueden ser los grandes
damnificados (estos dos últimos, a pesar de no viajar a Asia, empezarán a
entrenarse hoy con el primer equipo).
Cuando el 26 de
julio Queiroz fue preguntado en la conferencia de prensa de su presentación
sobre la importancia de la cantera, contestó: “La primera responsabilidad de un
técnico del Madrid es estar las 24 horas pensando en el primer equipo. Para
adelantar el futuro hay que preparar a los jóvenes y con esa preocupación damos
una respuesta al presente para encontrar soluciones”. Lo cierto es que el
entrenador recién llegado está ejerciendo como tal y se ha dedicado a conocer a
sus hombres y a experimentar en la pretemporada. Hasta la fecha, los teóricos
transferibles han disfrutado de más minutos que los canteranos. Del Bosque ya
fue acusado de conservador por no dar oportunidades a la cantera. Ahora el
portugués parece encontrarse en la misma tesitura.